domingo, enero 31, 2021

LILIANA MAJIČ: “UN ROMPECABEZAS CON PIEZAS DISPERSAS POR TODOS LADOS”

 ENTREVISTA 17 – 26/05/2019

LILIANA MAJIČ: “ Un rompecabezas con piezas dispersas por todos lados”
POETAS WHATSAPPEADOS. Ciclo de entrevistas de Poetas del Interior (PdI)
Generando DESDE el interior…


Lili Majič, su nick en las redes, es un ser de esos, especiales que transmiten candidez y ternura por los ojos y que saben como hacer que te derritas ante ellos con argucias entusiastas y auténticas. Pero no nos engañemos (y ciertamente no es mi intención engañar a nadie) Lili es todo eso, sí, pero también es mucho más. Ella tiene la dulzura de la creatividad, el ángel particular que tienen quienes nos cautivan con su inteligencia, pero Lili no es ningún fenómeno Kitch o Naif, Lili es fuerte, combativa, rebelde con causa y no se la verá caer fácilmente ante una injusticia o hacerse la desentendida ante una condición de vulnerabilidad. Liliana Majič es peleadora, revolucionaria y difícilmente reducible. Ella pelea con lo que tiene y con lo que puede y no quedará inerte. Por lo pronto pelea con sus letras salvaje, con su discurso y con su alma poética a pleno.



POETAS DEL INTERIOR: ¿Quién es Liliana Majič?
LILIANA MAJIČ: ¡Wow! Uy, qué difícil. Qué difícil esa respuesta. Bueno yo ya pasé el medio siglo y me sigo haciendo la misma pregunta. (Se ríe) Soy un rompecabezas parece. Con distintas piezas de distintos lados… esteeee… y me estoy rearmando recién ahora. Eso es. Un rompacabezas.
PdI: ¿Cómo empezó tu relación con la escritura?
L.M: En realidad siempre estuve relacionada con la escritura, desde chica. Que lo que yo supongo es porque no hablaba castellano. En mi casa se hablaba en croata. No tengo registro o me imagino yo mucha dificultad porque tuve algún momento de mi infancia donde devoré libros. Es como que no entendía muchas cosas que pasaban a mi alrededor y empecé a leer, a leer, a leer y a escribía. Después lo tuve postergado mucho tiempo, hasta que quedé embarazada de mi hija. Mi tercer hija, ¿no? que es la última. Y en ese embarazo donde yo me tomé una licencia, me puse a repensar un montón de cosas retomé la escritura pero como algo para trabajar. O sea me dije, “Bueno... si lo que yo quiero hacer es escribir, voy a escribir”.
PdI: ¿Lo utilizaste como una sanación en algún momento o fue simplemente impulso?
L.M: Supongo que tiene mucho de sanación porque en definitiva siempre somos relatos de nosotros mismos, todo es un relato. Pero también es una búsqueda. Yo siempre digo que para mí escribir es como respirar. No sé… es la vida misma la escritura. Por ahí, bueno… yo lo pongo en palabras o lo busco en palabras, otros lo pondrán en otro arte pero no puedo vivir sin eso y me interesa más este proceso, digamos, este compartir, este devenir que el producto mismo ¿no? (N. de R. La nota se hizo en el contexto del 4to. Encuentro de poesía itinerante con la presencia de varios poetas nacionales e internacionales). Esteee… es la vida misma, es la vida misma, es como buscar… porque esta sociedad de consumo, este capitalismo, etc. para mí banaliza todo, banaliza el tiempo, banaliza la profesión, banaliza la persona, entonces más la poesía que la narrativa, digamos… que la poesía no es comercial, a nadie le importa y por eso es un espacio de tanta libertad que me parece que ahí yo encuentro lo que más… eeehh… no sé cual sería la palabra… no sé si es lo más verdadero pero ahí me encuentro con los otros, me encuentro al otro en la poesía.
PdI: ¿Te animás a hacer, sucintamente, un resumen de cómo ha sido tu derrotero por las letras desde tus inicios? Libros, actividades literarias, formación, etc.
L.M: Claro, bueno, mirá… dos itinerarios puedo marcar, uno que tiene que ver con esta búsqueda de la palabra que es de la infancia, que una vez me felicitaron en la escuela por un poema que había escrito para primavera, no sé, ese es mi primer registro que yo era rechiquita (se ríe). Después, en la universidad, que yo estudié en los ochenta, después de la dictadura, encontré tanta libertad, me encontré en la Universidad o sea me encontré con gente como yo. Ahí tuve una época donde hacíamos muestras de poesía, de literatura, de arte… Bueno, yo estudié periodismo en La Plata, en la Universidad de la Plata, y soy de Comunicación, entonces tuve una parte de creatividad, ponele, no sé, de lecturas, de intercambios, de un montón de cosas. Después eso quedó rezagado, por el trabajo, qué se yo, no sé por qué, y bueno, esto que contaba ¿no? Después me casé, tuve mis hijos. Con mi hija, que ella me dice que los poetas somos todos unos fracasados (se ríe) y yo le digo, “pero vos tenés la culpa de que yo escriba”… ahí me dije, bueno si lo mío es la escritura, vamos a hacerlo más, no sé si... profesional, pero me lo voy a tomar en serio para mí mismo, ¿no? Y tengo tres libros publicados, pero las publicaciones son todas producto de un trabajo de grupo. Yo hice taller literario en Berazategui con Diana Albornoz que es re amiga mía y hacíamos, hacemos, un ciclo literario que se llama “El Tetra Brik Literario” que va variando; vamos, venimos, etc. pero sigue, Ahora con Elisabeth Cincotta que es otra poeta de mi zona, hice taller con Laura Yazán que fue de las primeras que me acerqué, que me gusta mucho y bueno, después tengo mi formación, porque soy docente, entonces tengo esa formación. Ahora quisiera hacer otro tipo de taller, pero digamos, ahora me lo tomo como un trabajo que por ahí en otros momentos de la vida fue esa búsqueda de la corrección o de la libre expresión o no sé. Hace unos años la escritura se convirtió en un trabajo.
PdI: ¿Cómo en un trabajo exactamente?
L.M: Y, busco mucho lo que quiero decir. Es una búsqueda permanente de la síntesis, ¿no? Porque escucho… por ejemplo, no sé, en “Los Ojos de Darwin” hay muchas conversaciones con otros y los versos finales del libro es de una conversación que escuché . Entonces, vos escuchás acá, allá, qué sé yo, pensás, no sé uno vive en su propio mundo y hacés una síntesis… este… y es eso. O sea para mí la poesía nos humaniza, o el arte. Es como el lado… rescatar la parte más humana, más sensible y más piola del ser humano, no lo peor del ser humano, si no buscar lo mejor de él, que también es búsqueda, esa síntesis.
PdI: ¿Te interesó alguna vez o fue un movilizador para escribir, buscar premios, reconocimientos o lo tuyo pasa más por lo que te genera a vos como persona la poesía?
L.M: No, no… para mí es la vida misma. La verdad no me he presentado en concursos, no lo tengo… que también son estrategias. Por ejemplo hay una poeta muy buena de Avellaneda, también de la zona Sur, Raquel Fernández, ella se presenta a todos los concursos para publicar. Tampoco se la cree y es excelente. Yo nunca, la verdad, no sé si me interesa, por ahí tendría que hacerlo, que sé yo. Me preocupa más el cotidiano, me preocupa más la obsesión a la palabra (se ríe) y eso que soy de pocas palabras, o sea mi escritura es de muy pocas palabras. Pero lo que a mí me fascina es esa búsqueda. Por ejemplo en mis libros todos tiene como un concepto y aparte uno descubre cosas de uno mismo y también como te atraviesa todo lo demás. Te pongo un ejemplo, en Argentina es muy importante todo el movimiento feminista, un día me invitan a leer a una movida feminista y yo digo: “Ay ¿qué tengo escrito?” Todo lo que tengo escrito es feminista, porque empecé a mirar para atrás y eso también estaba en mí, o sea, yo también estoy atravesada por toda esa búsqueda como mujer y está en mis libros… es eso, a mí lo que me fascina es vivir. Yo conocí un poeta que me decía que hay que vivir en estado de poesía. Y yo digo, eehh ¿Cómo es eso? Todos vivimos en estado de poesía y me gusta eso, vivir en estado de poesía permanente, como de búsqueda, como mirar la vida como la punta de un iceberg, como que hay mucho por develar, no quedarse con lo aparente.
PdI: Conversando con vos noté que en Argentina pasaba lo mismo que nos pasa a nosotros con la centralización y la poesía lo siente y lo resiente mucho más. ¿Cómo sobrellevan esa situación allá?
L.M: Ay, no sé es muy extraño porque (piensa) yo no soy una persona a la que inviten a leer mucho, por ejemplo. Pero a mí no me quita el sueño. Yo tuve una discusión recientemente con una persona que me decía que yo buscaba figurar y me causó mucha gracia porque para mí pasa por otro lado. Para mí la escritura es una experiencia colectiva. Si bien yo en mi casa termino sola escribiendo, para mí es colectiva porque es la conversación que vos tenés con otros que escriben, la conversación que vos tenés con la gente en la calle, es la búsqueda y nadie construye nada solo. Somo seres sociales, o sea que por más que vendan el individualismo, etc. para mí todo lo que uno hace es producto del compartir. Y Bueno, y después es como todo, así como tenés médicos que compiten entre sí, tenés poetas que compiten entre sí, por premios, por ver quien hace más ciclos, por quien se ve más, quien se saca más fotos pero bueno, cada uno tiene… todo me parece válido, digamos. Pero bueno, yo sigo mi camino.
PdI: Exactamente de dónde sos, Lili?
L.M: ¿Yo? Vivo en Berazategui que es la mitad de camino entre La Plata y Buenos Aires. Soy re porteña, aunque yo siempre digo que soy re negra de Varela (carcajadas) que no se me nota pero soy re negra de Varela. Yo nací en La Boca, mis abuelos vivían en un conventillo.
PdI: ¿Tuviste biblioteca de chica?
L.M: Mirá, eh, yo vengo de una familia de campesinos, de trabajadores, yo soy primera generación que va a la Universidad. No tuve en ese sentido incentivo familiar, pero sí eran lectores. O sea mi papá leía todos los días los diarios, era un tipo que estaba informado, se me facilitaban los libros. Yo quería libros, me llenaron de libros. En ese sentido y en la curiosidad también es lo que tengo de mis padres.
PdI: ¿Tu pasión por escribir podemos decir que viene tal vez por ese lado familiar, entonces? Sobre todo por el hecho de que no te dijeron nunca que no.
L.M: Claro, nadie me dijo que no, es verdad. Igual, te digo, cuando yo decía que iba a seguir estudiando mi papá me decía “Ay… ¿para qué? si te vas a casar y vas a tener hijos” (risas). Mi primera rebelión digamos, contra el patriarcado fue estudiar. Sí, no sé de dónde pero mis viejos digamos sentían esa limitación y entonces por un lado incentivaban eso, pero la verdad que no… o sea, yo creo que es la obsesión esa por no comprender, o sea, yo no registro haber pasado malos momentos por no entender pero yo empecé la escuela y hablaba veinte palabras en castellano. Entonces lo que yo supongo, que también lo vi en alguna terapia, es que claro, necesitaba ponerle nombres a las cosas, necesitaba buscar palabras y debe ser por ahí, no sé. Porque tengo una obsesión con la palabra.
PdI: Hablame de influencias. Siempre alguien nos movilizó, de chicos, de adolescentes, autores que nos marcaron.
L.M: Si, vos sabés que mi mamá escuchaba Serrat y con Serrat yo llegué a los poetas españoles, a Machado, etc., etc. y como que eso fue lo primero… Celaya, toda esa honda, como que por ahí empecé. Después en la adolescencia me marcó muchísimo un cuento de Oscar Wilde, El Ruiseñor y la Rosa, pero yo era chica, tenía trece o catorce años y escuché ese cuento que lo leyeron por radio, el negro Guerrero Marthineitz, me fascinó y bueno, me atrapó el tipo con su lectura pero cuando terminó ese cuento me mató.


NOTA DE REDACCIÓN
Esta entrevista doblemente accidentada quedó trunca por matices tecnológicos insalvables y el corazón me dio un vuelco por todo pero especialmente por Lili que se merecía un mejor final. Luego intenté rehacer la entrevista para darle un cierre. Lili, gentilmente me respondió tres preguntas más y volví a perderlas por problemas con el celular que me borró las grabaciones. Entonces, decidí rescatar esta parte central de la entrevista que igualmente, y por suerte para todos, es muy jugosa y sustancial, también. Seguramente quedamos con más ganas de Lili Majič pero quien sabe, quizás ahora después de este retorno de las entrevistas logremos hacer otra y saldar esa deuda personal con ella (Esta vez con mayor recaudo de las grabaciones, por supuesto).
Gracias



FEDERICO NAGUIL: "DEL INSILIO IMPUESTO AL EXILIO BUSCADO, UN HIJO DE SU TIEMPO Y DE SU ARTE"

 ENTREVISTA 16 – De 26/01/2019 a 29/01/2019

FEDERICO NAGUIL: “Del insilio impuesto al exilio buscado, un hijo de su tiempo y de su arte.”
POETAS WHATSAPPEADOS. Ciclo de entrevistas de Poetas del Interior (PdI)
Generando DESDE el interior…


Federico Naguil, poeta (sobre todo), cineasta (de profesión), docente (por vocación) y músico (renegado por convicción... -él dice que no lo es aunque tocó la batería en algunos bandas de rock en su adolescencia-). Es autor de uno de los mejores libros de poesía que he leído. Actualmente está radicado en la Patagonia y añora su país y promete volver. Serio, mesurado y medido en sus declaraciones, masculla las palabras y las piensa bien antes de soltarlas, al igual que en su poesía, aún y lamentablemente, de corta divulgación. Mientras tanto estas son sus palabras. Adelante, pasen y lean su universo “Simples”.
POETAS DEL INTERIOR: ¿Quién es Federico Naguil?
FEDERICO NAGUIL: Federico Naguil es un hijo de su tiempo, de un tiempo que empezó oscuro... en dictadura. Federico Naguil es un hijo del inxilio que es un término que algunos inventaron, que es es exilio en tu propia tierra. Eso eran mis padres y eso fui yo y eso fue mi hermano y bueno, criado de ahí, en su momento, en la primera adolescencia y luego cuando era un adulto joven. Ya más filosóficamente hablando, quizás era alguien que huía. Después ya llegando a la adultez, quizá eso se transformó en alguien que perseguía y bueno después de mucho tiempo, como un poema mío que dice “En veinte años construí mi personaje/ y en los veinte siguientes me liberé de su sinsentido”, bueno quizás estos últimos veinte, soy alguien que encuentra… es un poco una manera capaz de definirme. Alguien que encuentra a través de la creación y a través del encuentro con el otro. Eso ha sido mi búsqueda y a su vez también ese encuentro ha sido siempre de alguna manera tallado o delineado en la comunicación con los demás, por el vínculo con los demás. Desde mi laburo como cineasta, como comunicador a mi modesto trabajo como poeta.
PdI: A pesar de ser una página para poetas nos interesa también saber en qué andan, qué otras cosas realizan, dónde estás, en tu caso y como llevas esto con tu profesión docente.
F.N: Bueno, te cuento… yo estoy… ya el 25 de Mayo voy a cumplir 4 años viviendo acá en Patagonia Norte, General Roca. General Roca es, como dice el nombre, es la ciudad a partir de la cual se hizo el genocidio indígena en el sur de América. Justamente Roca fue el colonizador que terminó de anexar todo el sur argentino a la república Argentina y entonces tiene un nombre alternativo también, que es el nombre indígena original de esta zona que es Fisque Menuco. Fisque Menuco significa “Pantano Húmedo” y bueno, era un zona de influencia Mapuche pero también había indios Pampa y bueno, concretamente yo me afinqué acá con mi compañera que es argentina hace ya 4 años. Vengo de una carrera en el cine industrial publicitario en Uruguay y en Centroamérica. Yo me formé en Uruguay en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Católica porque en aquellos tiempos la Universidad de la República... la cursé un año antes y la estuvimos ocupando medio año y después estuvo cerrada dos años casi. En aquel entonces yo tenía 19 años y bueno, tuve que optar y terminé optando por entrar a la Universidad Católica a partir de que mis padres me permitieron solventarme ese estudio a cambio de estar trabajando. Entonces hice toda mi Universidad trabajando y bueno, en su momento, después trabajé en medios de comunicación, en Canal 4, trabajé en el Diario El Observador como periodista cultural y de espectáculos y llegada la famosa crisis del 2000 me fui a Centroamérica con mi hermano a trabajar en la productora de cine de mi hermano. En ese entonces ya tenía 27 años y poco antes de cumplir 28 me presenté a la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba, y ahí hice la formación. Estudié Dirección Cinematográfica. Es una escuela bastante famosa donde entran solamente 6 alumnos de todo el mundo por año, por cada especialidad. Yo entré en Dirección. Y bueno después de ahí volviendo de la escuela en 2004 comencé mi carrera en audiovisual, ya más netamente, había empezado en Centroamérica y continué en Uruguay trabajando sobre todo como Asistente de Dirección y como Director de Actores hasta que en 2013 también me volqué más a la Docencia. En 2010 yo ya había empezado a dar clases de historia del cine en la Universidad Católica. En 2013 ya comencé paulatinamente a dejar un poco el mundo publicitario donde había trabajado más de diez años y me volqué más a la Docencia trabajando en los bachilleratos audiovisuales que acababan de salir, gané una serie de concursos y di clases como Docente de Lenguaje Audiovisual, de Guión y también de Cultura Audiovisual. Me olvidaba, luego de mi laburo como periodista cultural y antes de irme de Uruguay trabajé como productor de agencia de publicidad. Después de eso ya llegó digamos la tercera etapa de mi vida que fue enamorarme de mi compañera y venirme para acá para Patagonia y acá en Patagonia trabajo en el IUPA que es el Instituto Universitario Patagónico de las Artes. Es una Universidad provincial de las Artes que tiene una escuela de cine adentro de sus opciones y bueno y en la escuela de cine en Artes Audiovisuales de la Universidad doy Realización Cinematográfica, doy Dirección de Actores, también doy Dirección de Arte y próximamente voy a dar algunas materias más también. Y bueno estoy un poco afincado como docente, también he trabajado como realizador pero bueno… esa es un poco mi historia profesional neta, concreta. Después lo concreto es que ahora estamos por hacer un pequeño corto, una pequeña película que va a abrir un festival que tenemos acá, una muestra de cine que se llama Patagonia Cine y en esto estamos ahora más las cuestiones normales de los docentes que es preparar los períodos de examen y los cursos introductorios a los alumnos que llegan, etc. Y después ya con la cuestión más literaria y de la poesía, bueno, yo tuve el gusto de poder publicar mi libro “Simples” en Uruguay que fue un libro que de alguna manera simbolizaba el poemario de mi vuelta a la poesía. Yo escribí, sobre todo, desde los años ‘90 hasta más o menos el 2000. Ahí tuve un período, un himpás, donde dejé de escribir más o menos por unos cuatro o cinco años y por allá por 2006 arranqué a escribir de nuevo y bueno toda esa producción hasta 2013 fue un poco lo que simbolizó ese libro, que fue un libro que me dio muchas satisfacciones por el contacto, el encuentro con la gente. La verdad que fue muy lindo eso. A partir de ahí quizás, me consideré un poco más en serio como un poeta, como alguien que escribe poesía, que la comparte. También las redes en ese aspecto... sobre todo el Facebook que en mi caso me permitieron acercarme a muchas personas con las que no tengo un vínculo personal pero que se podía entablar un vínculo literario, un vínculo creativo a partir de la poesía y el rapport que mi poesía generaba, de alguna manera la comunicación que se generó a partir de poder publicar y compartir mi obra y bueno después, puntualmente he publicado en otros espacios como la revista de comunicación de la Universidad Católica que en su momento me permitió publicar un cuento y un poema. Después he publicado también en los libros del fotógrafo y artista visual Andrés Güero Madrid, en dos de ellos, básicamente en uno que se llama “Brazo de Monte” y el último que se llama “Hum” donde he publicado pequeños poemas al estilo haiku japonés, en el primero y después, en el segundo, una cosa un poco más ambiciosa donde he publicado desde pequeños microcuentos a pequeñas historias, digamos, que están inmersas dentro de lo que podía ser un mundo de posibles historias de la zona del Río Negro cercana a Villa Soriano y también dentro de ese libro un pequeño ensayo que de alguna manera desarrolla todo el proceso que tuvo Andrés para generar ese libro que es un libro que cuenta la historia, una historia imaginada, una historia posible, desde la fotografía y también un poco desde la literatura de lo que es ese Río Negro que en idioma guaraní se llama Hum, y bueno el libro se llama “Hum” y bueno, ahí colaboré muy enamoradamente y eso ha sido un poco la cuestión más concreta de lo que está publicado de mi obra, de mi laburo y después, bueno, espero que el 2019 me encuentre publicando algo de nuevo, espero también que en mi querido Uruguay.
PdI: ¿Cómo acoplás todo ese laburo con la escritura?
F.N: Bueno, antes que la escritura estuvo la lectura y la lectura viene de una familia de clase media cuyos integrantes, mis padres, fueron militantes políticos. Mi viejo era arquitecto y bancario del Banco de Seguros del Estado. Mi mamá terminó siendo psicóloga después de la dictadura porque durante no pudo, no le permitieron estudiar. También era bancaria del banco de Seguros, los dos destituidos por la dictadura y bueno, yo me crié en un hogar con muchos de esos vericuetos de la vida pero de siempre se escuchaba música, siempre se leía poesía, literatura. La biblioteca era la biblioteca de una familia de clase media pero siempre se la trataba de alimentar, siempre se buscaba la vuelta para que aparecieran más libros y se intercambiaran con los compañeros, con los amigos. En casa siempre había una radio prendida o un disco sonando o un casete sonando, entonces bueno, esa lectura de alguna manera... ese contacto con la sensibilidad y lo expresivo, mi hermano y yo siempre lo tuvimos, inclusive siempre fuimos motivados a eso y era una cosa como natural y bueno, que todos de alguna manera teníamos ese contacto asiduo con lo artístico, con el mundo del cine también, con mirar películas, con ir a Cinemateca Uruguaya, con escuchar los discos de Paco Ibáñez, de Mercedes Sosa, de Zitarrosa, con tener contacto con lo que pasaba siempre en la realidad cotidiana o siempre o sea, se leía tanto los libros de Quiroga o de Cortázar como también la prensa escrita diaria. A veces no había plata para comprarla pero mayormente la mayor parte de las épocas siempre vi un esfuerzo de mis viejos por tratar de tener los diarios, inclusive los de la vereda opuesta para saber ubicarse en donde estábamos parados ye era una cuestión continua estar escuchando la radio, tanto en la prensa, tanto como para saber noticias y las cosas, como el Sodre para escuchar música clásica o las radios que pasaban la música popular o pasar los discos, los casetes, o sea leer los libros, alimentar la biblioteca. O sea era como una cotidianidad que de alguna manera nos llevó, tanto a mi hermano como a mí después a tener como un contacto natural con lo expresivo y en mi caso, al igual que el de él, el gran problema, el gran cisma fue decidirse por qué cosa hacer dentro de ese mundo, ¿no? Yo por ejemplo cuando era un pibito escuchaba muchísima música, de todo tipo, esa que te conté pero mucha más, también mucho rock, por ejemplo y ya a los 14 iba para el lado de la batería y bueno, terminé tocando la batería y comprándome una recién mucho después, tocaba en baterías prestadas con mis bandas de amigos, tuve varias banditas de Rocanrol y bueno en su momento fue todo un cisma el tema de elegir, por ejemplo estudiar Ciencias de la Comunicación, finalmente a los 19 años, como ya te conté porque yo ya tocaba música, tenía mi banda, y en su momento fue como un acto de maduración aceptar que no era tan buen baterista y que seguramente me iba a sentir más cómodo y más feliz por ejemplo ejerciendo la comunicación, en algún tipo de medio de comunicación o eventualmente lo que después se dio con el tema del cine y lo audiovisual. Y bueno, y la poesía siempre estuvo ahí. Yo escribo desde que soy muy chico. Siempre escribí poemas, cuentos y bueno, la poesía estaba tanto en las canciones de todos esos músicos que te conté como también en los libros y bueno, como lector primero que nada y después también como un tímido escritor que no mostraba a casi nadie lo que hacía pero desde niño escribía.
PdI: Tu base como escritor, además de obviamente la lectura, se nota que ha sido la influencia familiar. Siempre rodeado de arte has ido buscando en varias manifestaciones que te rodearon desde chico. ¿Se puede decir que la poesía es ya lo tuyo o aún estás en proceso de encontrar, dentro del arte, que es “lo tuyo”?
F.N: Quizá el tema de la definición como que pide justamente un solo lugar o un espacio unívoco cuando quizá en la realidad existencial y vital de la mayoría sea más amplia y más diversa que eso, ¿no? Es algo que a mí siempre me ha hecho ruido, el tema de lo unívoco, de la cuestión única y trascendental en el mundo del arte y también a la hora de las definiciones sobre... o de alguna manera los rótulos, ¿no? Obviamente el que mucho abarca poco aprieta y hay mucho también de alguna manera, de que lo muy abarcativo puede ser debilitante pero sí creo en la cuestión compleja de que no somos una sola cosa. Que somos seres expresivos y complejos aún desde la simplicidad y en la diversidad. Y bueno en ese aspecto, creo que más ahora en esta época que antes, de alguna manera, no nos completamos con un solo rubro o con una sola arte o con un solo aspecto. En mi caso siempre fue así y la escritura siempre estuvo, quizá aquel adolescente que hacía música se fue desvirtuando hasta casi desaparecer pero igual hay un adulto que todavía golpea rítmicamente y como que no sé si la pregunta en sí tiene una respuesta. No es una arte único, en todo caso y nunca de alguna manera me definiría como artista, ni siquiera desde ninguna de las disciplinas que he logrado trabajado y en que me he logrado expresar pero sí creo que no me define una sola, que todas ellas me definen y por lo general, bicho humano, nos define más de una.
PdI: ¿Qué libros había en tu casa en tu niñez? ¿Qué libros te alimentaron?
F.N: En la biblioteca familiar había de todo. Había desde esa multiplicidad de clase media como la colección de libros de Radio Sarandí, pasando por Shakespeare, por Dostoievsky, por la filosofía, desde Kant o Schopenhauer. Había García Márquez, había Cortázar, había Borges. Había una biblioteca mediana pero bien nutrida que, igual, tranqui y fácil, peinaba las doscientas, las trescientas opciones sobre todo ningún latinoamericano de la literatura universal más clásica, bien regado de Horacio Quiroga, bien regado de Edgar Allan Poe, bien regado también de clásicos como Hemingway, como Arthur Miller inclusive que no me estuvo vedado ni prohibido por más que yo fuera un chiquilín y también de poesía pero la poesía más clásica, de alguna manera más representativa de esa cosa pegada al espíritu de lucha y al pensamiento político. Había Juana de Ibarbourou pero también había Rafael Alberti, había Paco Urondo, había también Anaïs Nin, había una cosa diversa, ecléctica y que de alguna manera tenía mucho que ver con sobre todo la inquietud artística y la voracidad literaria de mi viejo. Mi madre también siempre fue muy lectora pero, de alguna manera quien terminó conformando más ampliamente la biblioteca fue mi padre que era un hombre de dedos pequeños que algún momento hubiera soñado con ser pianista y terminó siendo un militante social y un arquitecto tardío.
Como cosa anecdótica, el primer libro que recuerdo en mis manos es Tom Sawyer y el que me transportó a la adultez, “El Extranjero”, de Camus.
PdI: En mi biblioteca poética tengo “Simple” tu ópera prima poética. Para mí uno de los grandes libros de poesía que tengo. ¿Qué dimensión le das vos a esa obra hoy? Y ¿Cómo llegaste a redondearlo?
F.N: Cuando dejé de escribir coincidió con el momento en que estaba más compenetrado profesionalmente en la publicidad. En ese momento era productor de agencia… de una agencia de Carrasco que se llamaba “Nivel Publicidad” y coincidieron varias cosas, ya estaba escribiendo muy intermitentemente y las jornadas laborales eran enormes y yo estaba terminando la carrera de Comunicación. Pegado a eso, después de un año, muy intenso con todas esas actividades al mismo tiempo me fui a Costa Rica en vuelo relámpago y cambió mi vida por completo. Estuve casi dos años en Costa Rica con venidas muy esporádicas, cada dos meses, cada tres meses a Uruguay para volverme a ir siempre para allá y eso fue así hasta 2002 que enganché con Cuba que también fue otra vorágine más. Fue justamente enganchar de nuevo el estudio después de casi diez años de estar trabajando full time y, bueno, fue como una experiencia nueva extra pero también ya… el segundo país que no era Uruguay, donde me radiqué. Entonces como que todo eso generó como un clic a la hora de volver y recomenzar una vida solo, acá en Uruguay y, bueno… eso me permitió en algún momento volver a reconectar con la escritura y empezar de a poco a generar obra de nuevo. Ese poemario es un poco posterior a esa llegada a Uruguay, yo te diría que lo más efervescente, lo más fuerte del poemario “Simples”, comienza justamente a fines de 2006 principios de 2007 y bueno también después toda una serie de cosas inconmensurables que uno trata de establecer o de definir por qué surgen o por qué están pero bueno, como cuando me preguntabas cómo surge la escritura y yo te hablé también de la lectura, de lo que era mi casa, de lo que eran las cuestiones y por ejemplo no te hablé de mi abuela Felipa de Paysandú que tenía una tradición oral tremenda, la escuela sin terminar pero un mundo de historias del campo y de la vida y de la dureza de la vida y la belleza de la vida y la naturaleza y los seres humanos de allá más al norte del Uruguay. Entonces, por ejemplo, esas cosas que uno cree que están colocadas o puestas en un punto y capaz que hay otras cosas que se escapan al discurso ¿no? Siempre está la vida ¿no? Está la vida, lo que uno ha vivido. La poesía de alguna manera para cada uno de nosotros es algo móvil, es algo diferente, es algo que como yo te conté alguna vez y dice en algún poema mío, se escapa del poeta. El poeta capaz que la persigue y bueno, a veces la encuentra y otras veces no, ¿no? La poesía se nos escapa como el orín en el baño de la humanidad y bueno, hay algo de eso con “Simples” pero de 2007 a 2013 ya fue una generación muy fuerte, la más fuerte de mi vida con respecto a la poesía y a la par llegaron las redes, sobre todo Facebook y en algún momento equis yo me animé a empezar a publicar ahí, entonces cobró una dimensión diferente porque pasó de un mundo íntimo, casi intransferible a algo que de pronto empezó a ser leído y a ser comentado y a recibir como una devolución de mucha gente, cada vez más, y a la par también, esa cosa maravillosa que es escaparte del propio círculo íntimo y de los seres queridos, de la gente que de alguna manera siempre va a tratar de trasmitirte un cariño y un afecto a partir también del juicio con respecto a lo que hacés, entonces que el desconocido, la persona que no tiene ningún lazo ni ningún vínculo, inclusive ningún conocimiento de causa contigo sea el que de alguna manera se siente tocado por hache o por be y te hace la devolución o te hace una carta o te cuenta algún tipo de emoción que surgió a partir de lo que escribiste y compartiste, bueno eso tiene como una aureola mágica, una connotación diferente que ahí capaz que sí te sitúe en un momento de arte en un momento de transmisión artística que hay que experimentar para poder saber lo qué se siente. Cuando uno atraviesa eso es una emoción también muy grande la que se genera en uno, ¿no? Y fueron años de recibir eso y de ir como que ablandando ese muro de no reconocimiento de mí mismo como un poeta, como alguien que escribe poesía y bueno, en un momento dado llegó como un convencimiento de mi parte a partir también del apoyo y la fuerza que me tiraron, por ejemplo, algunos colegas, algunos poetas como el caso de Pablo Galante que es un poeta amigo, montevideanísimo, muy conocido del ambiente poético uruguayo, que nos conocemos casi desde la adolescencia, desde la primera juventud y que de alguna manera nos reencontramos en esa vuelta mía desde Cuba a principio de 2005. Y Pablo por ejemplo fue un baluarte en la insistencia en que yo publicara y Pablo fue la persona que me contactó con Melba Guariglia y me dijo que yo tenía que buscar la vuelta para tratar de publicar. A partir de ahí se empieza a conformar muy paulatinamente un proceso que en mi caso fue diáfano, sin apuros y que generó más o menos unos tres meses de depuración y de filtro y de intercambio con Melba para ir definiendo un poemario que terminó quedando justamente en esos treinta poemas que son “Simples”. Después una particularidad bonita que tiene “Simples” por ser justamente, de alguna manera, simbólico de este recorrido en esa parte del tiempo vital mío es que hay solo un poema de la época anterior de ese Federico de los años ‘90 que quizás de los pocos poemas que sobrevivió en mi corazón con respecto a mi querencia a mi amor por él y que es el primer poema del libro. El poemario abre con un poema llamado “Memoria”. “Memoria me ama, me odia, me extraña, mente extraña.” Ese poema es del año ‘91, ‘92; es un poema viejo que permaneció y que justamente tiene una carga simbólica que sea el primer poema del libro.
PdI: Si bien la poesía no se explica, quiero que me hables de los poemas de “Simples” como que no fueran tuyos.
F.N: Bueno, esa pregunta es casi imposible de contestar, el desdoblamiento que me pedís… quizás alguna persona logre hacerlo, a mí me cuesta muchísimo… (piensa) ehh, “Simples” es un libro, un poemario que está escrito de alguna manera, desde algún lugar bien adentro. Desde algún lugar que mastica y dice las cosas en voz baja, desde cierta calma. El azul oscuro de la tapa es como un intento de sinfonía con una manera de sentir y de expresar todo lo que ese poemario intenta tocar o intenta decir lo que ese poemario es. El azul oscuro para mí es una calma necesaria, una calma buscada que es un manto que permite protegerse de toda una serie de dolores y de sensaciones y sentimientos que han ido pasando en la vida y que de alguna manera “Simples” tiene algo de alegoría poética en el sentido de animarse a colocar un espejo y reflejar todo eso. Obviamente no estamos hablando de que “Simples” es un libro sobre el dolor ni nada por el estilo. Tampoco creo que “Simples” sea justamente una poesía simple. Hay me parece un juego no dicho en el sentido que las apariencias engañan y sí una visita por diferentes tipos de estadios y de emociones que transité durante la vida y que esos poemas intentan reflejar. Un libro que habla de la memoria y que habla del amor y el desamor, un libro que habla también de las relaciones humanas y a su vez no habla de nada de eso y se pasea por sentimientos tratando... como el tipo que hace esencias para los perfumes, capturar esencias de esos sentimientos. Y bueno… un libro que me encantó hacer y que me dio mucha felicidad y mucho encuentro con la gente. Ahora mismo también un ancla hermosa que seguirá navegando conmigo pero que a la vez espero no sea la única. Ahora mismo hay por lo menos dos libros más que están esperando que la realidad y la vida me permitan publicarlos. Ojalá que no solo acá en Argentina, ojalá que también en mi querido Uruguay.
PdI: ¿Cuánto del músico, cuánto del cineasta, cuánto del profesor hay en los poemas de “Simples” y cuánto de lo mismo hay en los poemas que estás escribiendo hoy en día?
F.N: Bueno, un poco contestando la pregunta, como la otra vez te decía que es como muy difícil discernir donde están los límites y que somos más de una cosa. Que yo en mi caso siempre estuve sintiéndome y haciendo más de una cosa a la vez. Como que no me canso tan fácil de esa cuestión de definirme como desde un solo lugar o un solo oficio o un solo arte entonces como que me imagino que el que escribió “Simples” tiene también de todo los demás. Todos esos son uno solo que soy yo y también en estos poemas que he escrito estos años y este año sigue siendo esa suma de diferentes oficios, artes, sensibilidades, maneras de expresar lo mismo desde diferentes lugares, maneras de hacer cosas distintas y buscar diferentes caminos para la vida que a su vez terminamos siendo siempre igualmente nosotros mismo, ¿no? Pero que hay mucho de esta era moderna, de los ranking y las clasificaciones, en esa cuestión de los mercados y las clasificaciones de las personas como una necesidad de colocar casilleros y naturalmente ahora nos ponemos ahí casi que sin chistar, sin cuestionar, sin darnos cuenta que somos complejos y que como somos complejos, justamente y no simples, parafraseando mi libro, somos mucho más que lo que creemos ser y a la vez mucho menos.
PdI: Si tuvieras que llenar un formulario, donde dice “Profesión”, ¿Pondrías poeta?
F.N: Pondría Poeta Audiovisual… je, je. Supongo que sería un sueño que hubiera un trabajo que pidiera poetas, ¿no? Si piden poetas, pondría poeta pero bueno, es una pregunta que llama a jugar. Si me pongo muy realista lamentablemente no hay prácticamente pedido de poetas en ninguna parte. Igualmente me pregunto, si podría existir un poeta remunerado. Si no se perdería ahí en esas poesías que se nos escapan normalmente, no se escaparía más todavía. En esa cuestión de que estamos condenados y a la vez bendecidos por la pobreza económica en la poesía. No significa que no pueda ser rico y poeta pero hay algo de no meter el dinero en la poesía ni en los poetas como para poder generar poemas y poetas. Pero bueno, en el pasaporte siempre ha sido una pregunta que poner… por muchos años puse cineasta. Después cuando ya la cuestión era radicarme en algún país puse Licenciado en Comunicación, que también soy, y bueno ahora creo que dice “Realizador audiovisual” mi pasaporte.
PdI: Otra con tono lúdico… ¿Qué te enfurece, qué te asusta y qué te pone feliz?
F.M: Me enfurece mi cobardía. No… animarme… no cruzar ciertas líneas, no ayudar a ciertas personas, no atreverme a cambiar algunos aspectos que me joden y me hacen daño y le hacen daño a los que quiero. Eso me enfurece y también me enfurece la indiferencia social, ya extrapolándolo a mí mismo, la indiferencia social, la que hace que las cosas empeoren y la gente no reaccione. Esa esclavitud inconsciente que nos hace mentirnos a nosotros mismos y pasar de la mayor parte de las cosas importantes.
Me asusta María Julia Muñoz (jeje, por lo del tono lúdico fue). Me asusta el rumbo a donde estamos yendo como humanidad. No va a ser muy original mi respuesta pero me asusta eso, que justamente la historia reciente prueba de que no hay una evolución ni un progreso que justamente hay un perfeccionamiento técnico hacia el mercado pero el mercado es un monstruo idiota, ciego, sordo y mudo que crece como una ameba y se come todo.
Me hace feliz compartir los momentos felices con mi compañera y sus hijos. Me hace feliz dar clases, el contacto con mis alumnos, sentir aunque sea con gotitas, así con pequeñas dosis que sirve de algo, que tiene sentido la labor docente al verlos autónomos, al verlos con pensamiento crítico, al verlos generadores de sus creatividades, de sus expresiones, de sus obras de arte y después me hace feliz el contacto con el otro, el compartir con la gente, el sentirme parte de una comunidad en las cuestiones más básicas, más chiquitas. Saludar a los vecinos, poder sentarme a charlar con una conocida o un desconocido… eso. Sentir que todavía tiene sentido.
PdI: ¿Sobre qué nunca escribirías?
F.N: Teniendo en cuenta que la mayor parte de las cosas que están presentes en el universo nos son ajenas. Que somos un puntito azul ínfimo dentro del casi infinito como que es un poco tentador tratar de no quitarse nada y no vedar la posibilidad de escribir sobre algo ¿no? Pero bueno, como que nunca digas nunca o nunca escribas nunca a la vez igual la pregunta tiene una intención así que vamos a respetarla. Capaz que nunca escribiría panfletos políticos. Por lo menos nunca escribiría panfletos dentro de lo que es la poesía o lo que yo considero que es el poema y la poesía. O sea esa cuestión también de “maldigo a la poesía/ (...) hago esta gota pensada/ no es un bello discurso/ no es un fruto perfecto...” es algo con lo que yo me siento identificado o sea que sí creo en el compromiso, sí creo en la postura política, sí creo en el accionar desde una ética pero no creo que eso implique la necesidad de ser burdo o de confundir el panfleto, el leit motiv político, el marketing, inclusive la publicidad... con el poema.
PdI: Fede, ha sido un verdadero placer. Gracias por prenderte a la propuesta.
F.N: Muchas gracias a vos y espero alguna vez podamos tener una oportunidad y más tiempo y conocernos más humanamente.





jueves, febrero 07, 2019

ADRIANA RIVERO: "CUANDO LAS PALABRAS SUENAN ADENTRO CON SU PROPIO SOLFEO"


ENTREVISTA 15 – De 26/01/2019 a 29/01/2019
ADRIANA RIVERO: “CUANDO LAS PALABRAS SUENAN ADENTRO CON SU PROPIO SOLFEO
POETAS WHATSAPPEADOS. Ciclo de entrevistas de Poetas del Interior (PdI)
Generando DESDE el interior…


La poeta Adriana Rivero no es de las escritoras más conocidas y reconocidas de Uruguay, como suele suceder por estos lares, y no es por falta de méritos si no por falta de intención... quizás. Quiero decir que Adriana es una poeta para considerar, su poesía es sólida, de pulso firme y racional. No improvisa cuando escribe, no procura agradar o dejarse “entender”. Esto siempre juega en contra de los poetas pero a Adriana, como a todo buen poeta, lo que le importa es lo que quiere decir y no ser objeto de “entendimiento”. Una poeta que merece un sitial de mayor visibilidad, sin dudas, y mayores posibilidades, definitivamente. Nacida en Carmelo (Colonia) su vida familiar y profesional transcurre hoy en Colonia del Sacramento donde su amor por la docencia ocupa el resto del tiempo que le deja la crianza de su verdadero amor, su hija Frida.
Pasen y lean. Gracias.

POETAS DEL INTERIOR: ¿Quién es Adriana Rivero?

ADRIANA RIVERO: Adriana Rivero es, esencia, materia viva, orgánica. Es mujer resiliente, sobreviviente de violencia y cáncer. Es mujer que se descubre llena de sueños, esperanzas, ilusiones, proyectos, que ama ser madre, esposa; que ama al árbol, el agua, la semilla que da planta, el atardecer y el mate; cocinar, bailar, pintar, cantar, escuchar música y escribir. CREAR en todas sus formas, como un señuelo para permanecer y encontrar excusas para seguir disfrutando del existir.


PdI: ¿Qué ha sido y que es la Poesía en tu vida?

A.R: La poesía en mi vida ha sido; en mi preadolescencia, puramente catarsis. Luego a medida que fui madurando ha sido evasión, estructura, disciplina, deseo y necesidad. Desde siempre juego y musicalidad. Observar y encontrar que la poesía es la única cómplice que ve el mundo con mis ojos y me permite decir. Es descanso y es desgarro; las palabras suenan dentro mío con su propio solfeo. Las palabras me bailan y se encuentran y desencuentran. La poesía es un todo.


PdI: Y como llegó la Poesía a tu vida? Infancia rodeada de libros, padres lectores, casualidad?

A.R: La poesía estuvo desde siempre en mí. Me acuerdo ser muy pequeña y concentrarme en escuchar a los adultos hablar, para ver como las palabras sonaban. Luego las incorporaba a mis juegos y las unía. Me daba gracia. Cuando fui aprendiendo a leer y escribir me fasciné con el relato. Amaba armar redacciones. Y luego mi familia cantaba y mi madre nos leía los Salmos. Uní las palabras con la música. Como a los ocho años descubrí que mi abuelo escribía poemas y desde ahí no pare hasta saber como hacerlos.
Luego mi abuelo tenía una gran biblioteca, que lentamente fui devorando. En casa no había tele, había libros y leer era parte de nuestro crecimiento.


PdI: Llevando esta charla a un plano más personal quiero saber que papel juega la familia en tu vida y a su vez, en tu creación.

A.R: ¡¡Faaa que tema!! Ahora ya desde la adultez, puedo tener el equilibrio justo para dejar que me llegue, de mi familia, lo que me hace bien. Aprendí a deconstruir y reconstruir el concepto, la idea. Aprendí que familia no es sólo lo que genera el vínculo de sangre. Me tocó una familia difícil, ahora la que construí con Raúl, tiene el condimento justo de amor, paciencia, compañerismo, locura, diversión. Y creo compartimos con Frida nuestras pasiones. Así que mi familia me arraiga, me inspira, me trasciende, me inclina a pensar que somos lo que somos y así debemos aceptarnos. ¡¡¡Es mi mejor poema!!!


PdI: Yendo estrictamente a la escritura, ¿Qué cosas te mueven y te llevan a escribir?

A.R: Para escribir no hay fórmulas, todo ser humano puede hacerlo, pero para trasmutar la lengua hay que aprender a ver, escuchar, tocar; saborear, entregarse de alma a las emociones, no temerle al sentir, no temerle al tiempo, desarrollar el sexto sentido, dejarse ir. A partir de ahí todo te mueve a escribir, todo alrededor se disgrega en moléculas vibrantes, para que el poeta lo absorba y lo reagrupe en sus palabras. Entonces me mueve un grito, un sonido, una hoja, una imagen, una noticia, el sartén que se me cae o un globo. Todo y nada.


PdI: Vos dijiste que en tu adolescencia escribías como catarsis. Que tan lejos estás de esa Adriana hoy día?

A.R: La verdad es que nunca me lo he planteado. ¿Qué tan lejos estoy de esa Adriana? Creo que simplemente es parte de mi evolución; una vez que descubrí cómo escribir y encontré mi voz, la catarsis le dio paso a lo otro: el oficio. Y como en todo oficio, hay que trabajar duro. Los talleres literarios, la mirada inquisidora de críticos, aun los detractores, mi profesión y los años de lectura, han hecho que mi tarea de escritora sea provechosa, auténtica, productiva y que me dé grandes satisfacciones.


PdI: Y en qué punto estás parada hoy dentro de ese proceso evolutivo?

A.R: Estoy en un momento de disfrute total, donde escribo lo que se me plazca, experimento, me reto a mi misma; me asombro cuando logro un giro temático; cuando me desnorteo demasiado, me hago recuerdo del por qué lo hago. Veo la madurez de mi escritura y aun así siempre sé que algo nuevo va a surgir. He aprendido a creer en mi instinto para clasificar lo bueno, lo mediocre y lo malo; sin miramientos, porque la poesía nacerá de la emoción, pero la emoción no puede dominar la elección, el criterio al momento de editar, tallar, pulir la obra.




PdI: Te animás a definir tu poesía? Si es que se puede


A.R: ¡¡¡En qué aprieto me ponés Javier!!! Me gusta mucho, para definir mi poesía, la palabra "Hermenéutica", que proviene del griego "Hermeneutikos", y se conforma de la unión de tres partículas: la palabra "Hermeneuo", que puede traducirse como "yo descifro"; la palabra "Tekhné", que significa arte y el sufijo "Tikos", que es sinónimo de "relacionado a". Obvio que adaptado a la idea de: mi poesía como hermenéutica del mundo, del dolor y misterio, de lo humano e inhumano, lo oblicuo y lo transversal. Hermenéutica del alma.




PdI: Esa definición merece que te extiendas un poquito más... Te ayudo, ¿podría incluir yo «hermético», jugando un poquito con las palabras? ¿Puede tener algo de eso también?


A.R: ¡¡Claro que sí!! Un fragmento de uno de mis poemas versa: "tengo un soplo al corazón de tanto mirarme adentro..." Como punto de partida: la introspección personal, que me ha llevado a dedicarme a cuestionar, indagar, descifrar el mundo. Lo hermético deja de serlo cuando se descifra el símbolo.


PdI: Aprovechando el concepto. ¿Sos de las que creen que la Poesía debe ser explicada o se debe dejar a la libre interpretación del lector?


A.R: Creo que la poesía no debe, no puede, no está hecha para ser explicada. Y me contradigo bastante porque me ha pasado en clase, que algún alumno aparece con algún poema mío y me pregunta: “¿en qué pensaba?” Y la típica: “¿qué quiere decir esto?” Entonces les ayudo a interpretar, les hago un paneo del poema como si no fuera mío. Gajes del oficio. Pero me maravilla escuchar tan disimiles interpretaciones! Es ahí que comprendo por qué escribo poesía.


PdI: Sos una poeta de bajo perfil, no te exponés demasiado, participás de pocos festivales, no estás entre las autoras reconocidas del país, cuando yo creo que podrías estarlo perfectamente. ¿Es una elección tuya, es por falta de oportunidades o sentís que el interior está relegado frente al potente influjo montevideano?


A.R: ¡¡¡Qué señora pregunta!!! A ver por dónde empiezo. Hay una sensación de bienestar placentero que me produce el hecho de interactuar con escritores, escucharlos, que me escuchen, eso es invaluable. Pero yo elijo, decido sobre mis obras, observo mi público; casi siempre auditorios pequeños porque sé que la escucha es auténtica. Creo que, en tu pregunta exponés, puntos claves: soy una poeta de bajo perfil, por elección, no me gusta la vidriera; oportunidades siempre aparecen, las que se me dan las aprovecho, pero no para mostrarme yo o darles a los demás una lección de autosuficiencia, sino para escuchar y ser escuchada. Escribo desde los 14 años, he transitado un hermoso recorrido literario y de lo que más me enorgullezco es que jamás me he vendido por política o amiguismos o acomodos. Si no me cae alguien por más renombrado que sea el fulano/a no lisonjeo. Busco autenticidad porque allí está la fuente de materia prima para mi escritura.
En cuanto a ¿qué sucede entre Montevideo y el interior? Podríamos estar debatiendo largo y tendido. El del interior tiene que remarla más, dicen algunos, tiene que acercarse a "alguien", tener "padrino". Pero también he visto a montevideanos que se acercan a los eventos del interior porque allá no tienen cabida. El círculo es pequeño, dicen. ¿En qué va entonces? ¿Por qué los premiados son siempre los mismos? ¿Es que no hay obras que se destaquen o buenos escritores más allá de los de siempre? Tal vez todo se reduce a un círculo. Entonces dejemos que se queden en su círculo e inventemos nuevos universos. En el último encuentro de Fray Bentos escuché a un escritor montevideano decir: "Lo que pasa en los concursos es que las editoriales ya tienen arreglado qué libro vendería". Entonces pensé: ok, esto es como los concursos de belleza: son 50 las candidatas bellísimas pero ¿eso significa que tooodas los demás, qué?... ¿son feas? Por eso creo que está bueno que se generen actividades como las que van surgiendo por todo el Uruguay. Sin competencia, sólo para escuchar y ser escuchados.




PdI: Te desvela el hecho de pertenecer alguna vez a un grupo elitista de escritores consagrados u «oficializados» o seguirás prefiriendo ser la poeta independiente, humilde y del Interior?




A.R: ¡Ay! se me ocurre un ejemplo un poco bizarro para contestar. ¿Viste el 5 de Oro? Miles juegan, uno gana. Azar. Con el dinero podes creértela, cambiar a un Country, y solo tratarte con los millonarios o vivir como siempre, ser cauto y optar por conservar tu esencia. La verdad... no me quita el sueño pero si llega a pasar que "pertenezca a los oficializados", conservar mi esencia no es un dilema, es una elección de vida. Con esto digo que, como nunca ha sido esa mi meta... aquí estaré, como siempre sentada esperando el bus y escuchando; esperando al medico y escuchando; dando clases y escuchando; escribiendo y escuchando. Al final compañero Javier, sólo somos gente, mas allá de los laureles.
Por lo tanto, creo que las diferencias son barreras invisibles que hay que aprender a sortear. Y los cambios ya empezaron, el interior crece y se hace escuchar. Y a medida que nosotros crecemos nos vamos dando cuenta que los premios son eso, premios; que el recado no hace al buey, jaja.




PdI: Háblame un poco de dos cosas... tus influencias como lectora y quiénes serían los imprescindibles que recomendarías leer a quien se inicia en la literatura.


A.R: Bueno, obviamente que la primera influencia que recibí fue la Biblia; luego a los 13 años descubrí en la biblioteca de mi abuelo, "Las Llaves del Reino" de A. J. Cronin, "El rey Lear" y "La Tempestad" de Shakespeare; "El Avaro" de Moliere y "El Jorobado o Enrique de Lagardere" de Paul Feval. ¡Mis primeros libros, jamás los voy a olvidar! Luego descubrí a Julio Verne y me hice una panzada. Y en el liceo Gustavo Adolfo, me impactó. A partir de su poesía comencé a escribirla ya más a raudales, en busca de mi estilo. Luego a los 15 ya había leído mucho Lorca "Yerma", "Doña Rosita la Soltera", "Mariana Pineda", "El Maleficio de la Mariposa", "Así Pasen Cinco Años", "La Casa de Bernarda Alba", "Bodas de Sangre", "El Público", "La Zapatera Prodigiosa", "Retablillo de Don Cristóbal". A los 17 tenía leído a casi todos los autores de la narrativa latinoamericana y la poesía Iberoamericana. Así que esas son mis influencias y esos son los libros que recomiendo leer a quien se inicia en la literatura.




PdI: ¿Cuántos libros tenés publicados? ¿Has publicado en otros medios digitales? Se te puede leer en Internet hoy en día?


A.R: Publicado uno, "Cosmo(a)gonia", 2013. Tradinco, "Cruz del Sur". Luego en la Antología realizada por Garet, aparece un poemario mío. Medios digitales, más bien tirando a nada. Algún poema o mini relato en algún portal. Así que no, no me vas a encontrar en Internet.




PdI: Hagamos un juego... 3 preguntas con tono lúdico y vos contestás como quieras y lo tomas para donde quieras: ¿Qué te asusta? ¿Qué te sorprende? Y ¿Qué te hace llorar de risa?


A.R: 1) Me asusta la validación de la deshumanidad. La decrepitud y la amenaza constante de la naturaleza llamándonos la atención. 2) Me sorprende mi hija, por sobre todas las cosas. Pero también el origen de las cosas, en todas sus manifestaciones: la humana, la animal, la de las piedras, la del agua, la del fuego, la de las lenguas, la de los inventos, de los pueblos y podría seguir. 3) Mi marido. Y el humor inteligente.


PdI: La última ¿Sobre qué nunca escribirías?


A.R: No escribiría nunca sobre política y extraterrestres, los dos temas, me resultan absurdos. No sé si "absurdos" sea la palabra, que los define, tal vez soy "descreída", de ellos.

Adriana, gracias por tu tiempo y tus palabras, un atajo nuevo para conocer nuevos creadores.